Antes de seguir con el Zinemaldi, voy a hacer una parada en un concierto que trajo Wombat Booking a la Santana 27 el pasado 8 de octubre. Los dos grupos tocaron exactamente lo mismo, y al revés de lo que estaba previsto, empezaron Ufomammut por un retraso de los segundos. Y mejor así. Por el bien de la cita, y visto el estilo de cada uno, mejor ese orden.
Alguno salió aburrido del concierto de Ufomammut. Otros hacían poco caso. En cambio, para quienes quisimos conectar con ellos, su concierto fue un viaje indescriptible. Metal experimental, pesado a veces, rápido las menos, repetitivo siempre; la fórmula para llevarte a otro lugar. Un experimento de acordes rítmicos, acompañados de voces limpias o guturales de transistor y un juego especial de luces y proyecciones, obra de Malleus. Quitando algunos momentos desconcertantes, por una inexplicable desconexión de la banda, sólo con la música consiguieron hacernos rozar ese estado meditativo tan añorado.
El siguiente turno fue de Moho. Estos sí que contentaron a todo el mundo. Son perfectos. Les conocí en directo, sin haber escuchado absolutamente nada de ellos, y me dejaron maravillado. Al de un buen tiempo, les volví a ver. Esa noche fue, sin duda, el concierto más especial al que he asistido. Tocaron en el salón de una casa alejada del centro de Bilbao. No seríamos más de 30. Una locura.
Pues bien, sabía que sería imposible de mejorar, pero esta tercera vez consiguieron enchufar al respetable igual que la anterior. Una explosión continua del maravilloso sludge de un grupo con actitud punk y corazón netamente sureño. Los riffs de Moho son los que necesitas en cada momento. Hay algo que les hace únicos dentro de en un estilo que, precisamente, está poblado de bandas bastante similares. Ese algo deja a todo el que presencia un concierto de Moho asombrado por mucho tiempo, consciente de haber sentido el stoner brutal de una noche perfecta.
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