Tres realidades, a simple vista bien diferentes, confluyen en el desierto de Atacama. Guarda bajo su roca infinidad de huellas del pasado, tanto de los pueblos precolombinos, que dejan un rastro mágico, inquietante a los ojos de cualquier historiador, como de los mineros chilenos que se vaciaron en la penumbra de las catacumbas, más próximos en el tiempo. Se encargan de estudiarlo los arquélogos, los grandes lectores del pasado. Atacama es un libro abierto con las páginas en perfecto estado de conservación.

La tercera columna de Nostalgia de la luz la componen las víctimas de un país desmemoriado. Relegadas al olvido, mujeres incansables llevan décadas buscando los cadáveres enterrados de sus maridos. Nada les certifica que están bajo el desierto, más que el impulso por conocer la verdad y cerrar la herida que les desgarra desde que la dictadura sacudió Chile. Nadan contra el silencio de la sociedad chilena, incapaz de hacer justicia, contra el olvido programado de políticos y jueces y contra la sal ardiente de Atacama. Son "la lepra de Chile", pero tienen fuerza. La que les da el soñar que algún día podrán morir en paz.

Nostalgia de la luz es una historia de enorme vigencia en las sociedades del mundo fugaz, maravillosamente contada por el chileno, que nos concede el tiempo exacto para la reflexión. La pasión por el pasado, materializada en tres formas muy diversas, encuentra en el desierto de Atacama el escenario perfecto. Así, siempre en lucha contra el olvido, Patricio Guzmán viaja por el desierto, donde la total falta de humedad ha permitido que el pasado no se desgaste en la memoria de las secas rocas de Atacama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario