Tupi or not to be: that is the question. Esa era la cuestión para el brasileño Oswald de Andrade. A la vez que deboraba a Shakespeare, preconizaba la idea del canibalismo cultural en su Manifiesto Antropófago. La aplicación del canibalismo a la cultura, mezclando la propia, la indígena, con la invasora, ya en el estómago. En la retrospectiva Tupi or not tupi. Caníbales contra vampiros del Punto de Vista pude ver dos películas que trataban, de manera bien diferente, los problemas del choque cultural. El tema da para largo, pero sería mi único acercamiento a esta suerte de antropofagia.
La siguiente es un documental más complicado de digerir: Triste trópico (1974), de Arthur Omar, la falsa biografía de un doctor que, después de realizar estudios médicos en París, acompañado de las figuras del surrealismo, regresa a Brasil y se apunta al mesianismo indígena como forma festiva de liberación. Su vida es igualmente surrealista, mediante la cual el director viene a poner en duda el propio cine documental. Se lo traga. Lo llama antidocumental.
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