miércoles, 24 de noviembre de 2010

Zinebi (I): Unos cuantos cortometrajes

Este lunes empezó la 52ª edición de Zinebi, antes conocido como Festival Internacional de Cine Documental y Cortometrajes de Bilbao. Antes siquiera de la inauguración, en el Kultur Etxe de Algorta ya estaban proyectándose una selección de cortometrajes. Así que, entre tanta música que ha habido por aquí últimamente, sigamos con el cine.

Bajo el nombre InfoSpain, Zinebi reúne unos cuantos cortos muy dispares y los ofrece en paquete, como muestra de la escena española. En primer lugar, al margen de lo que luego opine, hay que alabar el formato corto, un fin en sí mismo.


El primero de la noche fue, posiblemente, el que más me gustó. La cambra fosca (Deborah Chacón, Cristina Pecci, 2010) es un documental sobre dos artistas: una escultora y un fotógrafo. La primera está ciega y el segundo es su padre. Vamos, que en realidad, más que un trabajo sobre sus obras, bastante amateurs, se trata de conocer de sus procederes, enmarcados en una excursión al campo. El padre, en busca de la fotografía, y la hija, descubriendo un mundo que no puede ver, pero sí tocar. De hecho, la joven se maravilla con las texturas de las piedras, que parece coleccionar. La cámara nos acerca a esta familia y termina pareciéndonos una bella historia. Interesante el punto de vista de la protagonista: sus manos.

El segundo cortometraje, esta vez de ficción, fue Una caja de botones (María Reyes Arias, 2010). En mi opinión, el menos interesante de la noche. Me explico: la historia es bonita (una niña cuya madre está ingresada no recibe regalos en Reyes, así que echa mano del riquiño cuento del regalo invisible), pero no deja de ser un drama que busca la emoción por un camino demasiado fácil. La verdad, bastante simplona, y se hacía larga. En este caso hay que reconocer la salvada dificultad de grabar con niños.

El lugar de la animación lo llenó Les bessones del carrer de ponent (Marc Riba, Anna Solanas, 2010) Ese stop motion oscuro y tenebroso es un acierto, pues añade más misterio a una historia de intriga ya de por sí tenebrosa: a un chaval lo secuestran dos viejecillas gemelas (al más puro estilo de las brujas Twinrova) que se dedican a fabricar medicinas caseras con los cuerpos de sus víctimas, recordando la historia real de una asesina de la misma calle Ponent de Barcelona. La perversión de estas adorables hasta nos sorprende, sin llegar a ser un corto desagradable, ni mucho menos. Al final nos damos cuenta de que estamos viendo una sátira de lo que esconde el ser humano y su sociedad bajo su capa de normalidad.

O proceso de Artaud (2010) trata de la exclusión de este literato francés del grupo surrealista. Lo que hace el director es utilizar el texto del proceso contra Artaud sobre la imagen de La Passion de Jeanne d'Arc, como si Carl Theodor Drey pusiera en escena, mediante el juicio a Juana de Arco de esta película de 1928, la expulsión dos años antes de Artaud por parte de un surrealismo al servicio de la Revolución. Esto defiende Ramiro Ledo. El experimento es efectivo y casi concluyente. Al margen del tema surrealista, el cortometraje resulta un trabajo muy interesante.

The Homogenics (Gerard Freixes, 2010) es otra vuelta de tuerca al montaje. Mediante la mezcla de trozos de series americanas de hace 50 años, el director crea un mundo nuevo: una sitcom de una familia en la que todos los personajes parecen iguales. Buena forma de retratar aquellas series en que se idealizaba la familia americana con personajes tan planos y estándares que parecen el mismo. Además, divertido.


En Aire (Javier Loarte, 2010) vemos la vida normal de dos familias en las que adquiere importancia la trama de varios niños. Todos se dirigen al colegio. El cortometraje acierta en dibujar la historia de dos niños nerviosos por el primer beso que se darán; sin más. Pero lo importante viene al final, cuando advertimos que todo se ha truncado, cuando nos damos cuenta de la fecha que es. La trama de los niños, que ocupa la mayor parte del tiempo, es bastante sencilla, sin ningún misterio. En cambio, el desenlace es presentado de forma sutil, y aquí es donde radica el mejor punto del relato.

El último cortometraje, Camas (Manuela Moreno, 2010), es en realidad un 4 en 1. Las cuatro historias les suceden en la cama a cuatro parejas. La mejor es la final, que puede ser una irónica reflexión sobre lo que parece y lo que es. Divertidas y curiosas.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Grizzly Man (2005)

Venía yo al blog a poner a parir a Warner Herzog y su Grizzly Man: un documental que mezcla las grabaciones de un ecologista/documentalista/loco amante de los osos grizzlies, muerto por uno de ellos en un parque natural en Alaska, y entrevistas a su familia y amigos después de su fallecimiento, para hacer una reflexión sobre las relaciones entre el hombre y la naturaleza y sobre la desgracia de este tristemente trastornado llamado Timorhy Treadwell.

Resulta que este hombre es un amante extremo de los animales, especialmente de los osos pardos que viven en Alaska, por lo que, para demostrar que se puede convivir con ellos y para "protegerlos" del hombre, decide ir a vivir a su casa. Estuvo 13 años, por temporadas, acampando en el hábitat natural de estos grizzlies, como se les conoce en América, hasta que, en su último viaje a Alaska, uno de ellos lo devoró. A él y a su pobre novia. Warner Herzog defiende que los osos en ningún momento empatizan con Timorhy. Sencillamente, pasan de él. Cuando ya se cansaron, o un día que tenían demasiada hambre y no encontraban peces, se comieron al protagonista de este documental.

Venía a ponerlo a parir, decía, porque no consigue traspasar la barrera del falso documental y convencernos. Seguro de que lo visionado por mí mismo era un mockumentary y ayudado por otras opiniones, mi objetivo era criticar a Herzog por el fracaso absoluto de su propuesta. No encontraba un propósito claro del director, lejos de la maestría del Fake de Orson Welles en poner en jaque el arte y el propio lenguaje cinematográfico. Al final Welles, además, confiesa su fraude, cosa que no hace Herzog (a lo mejor porque no tiene nada que confesar, como explicaré más adelante). La historia de Timorhy puede resultar interesante en algún aspecto (su estrecha relación con los zorros, con quienes sí consigue conectar; su misantropía creciente, causado por el dolor causado a la naturaleza, y su relación consigo mismo en soledad), pero el director alemán no acierta con la forma. Esta película se hace larga y aburrida. Además, salta a la vista su falta de autenticidad. El material supuestamente recogido de la cámara de Timorhy está sobreactuado por el protagonista, incluso aceptando que tenía un trastorno mental. Igualmente, las entrevistas tienen aroma de guión y creo que los actores fallan, al contrario que en The Blair Witch Project. Los mismo con los trucos de Herzog, tanto en el material del director como en el de la cámara del amante de los osos, que intentan desprender verosimilitud de forma demasiado evidente.

Mi sorpresa viene cuando, buscando información para esta entrada, me encuentro que se le trata como documental real en el archivo de la red. El enfado al ver esta película no me lo quitará la parafernalia mediática y comercial que puede conllevar un fake, aunque realmente ya han pasado varios años desde su estreno. Igual Herzog nos engañó a todos, incluídos festivales. Quizás me equivoque. En ese caso, debería mirar al texto desde otra perspectiva. Me tranquiliza haber leído alguna opinión disidente, sumada a la de la fuente que me pasó este trabajo. Juzguen ustedes mismos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Lección de thrash

Vaya thralla la de anoche en la Santana 27 de Bilbao. Llegó hasta la Sala Black del recinto (sonido impecable) la Clockwork Spanish Tour de Angelus Apatrida, en esta ocasión acompañados por A.D. Nunca había escuchado a los de Markina, quizás por su estilo (metalcore), pero dieron un buen concierto. Muy buena actitud y muy buena ejecución. Gustaron.

Los de Albacete, ese grupo que no para de hacerse más y más grande, ofrecieron toda una lección en directo. El hueco en la escena ya lo tenían trabajado de antes. Ahora han llegado a cotas más altas, y después de girar por Europa, se puede decir que es el mejor grupo castellano de thrash metal.

Presentaron sobre todo los temas de su nuevo disco, Clockwork, que mejora los dos anteriores, aunque también retomaron algunos más antiguos. Hasta se atrevieron con la versión de Iron Maiden que incluye como bonus track su último trabajo, Be quick or be dead (muy apropiada para convertirla en thrash), que terminó de calentar al respetable. De hecho, la sala estaba llenísima, con gente hasta en la puerta. El País Vasco recibió a la banda como se merece y el público estuvo toda la actuación muy receptivo, wall of death incluida. Los temas sonaron de escándalo, ayudados por la impecable actitud y el carisma del cantante. Tenían ganas de volver a Bilbao. Su estilo gusta por lo clásico que suena siempre, aunque flirtean con pasajes más modernos, muy contundentes. En directo fueron muy rápidos, afilados. Una apisonadora. El año que viene vuelven al extranjero. Les espera un largo camino por delante, pues Angelus Apatrida ya se ha gradudado en grupo grande.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Amerikanuak

El viernes se estrenó Amerikanuak en los cines, un documental que cuenta con la dirección de Nacho Reig, la fotografía de Gorka Bilbao, la producción de Zigor Etxebarria (Berde Produkzioak) y la banda sonora de la banda gernikarra Audience, que en esta película se visten del americano más auténtico. Tuve la suerte de acudir al preestreno en Bilbao y escuchar unos temas en directo de este grupo. Buen descubrimiento.

Estos amerikanuak son los vascos que emigraron al Nuevo Mundo, principalmente en el siglo XX. La película nos acerca a los núcleos donde se instalaron estos inmigrantes, donde aún perduran algunos miembros de su generación y su descendencia vasco-americana. Viajamos, sobre todo, a Elko, en Nevada. Allí nos adentramos en esta comunidad que todavía conserva rasgos claros de su origen. Estos inmigrantes son auténticos: los hombres que nos encontramos en el Star Hotel son los mismos que podríamos ver en cualquier taberna del País Vasco pero, a su vez, responden a la imagen del nómada que llega desde el Este para buscar un futuro made in USA. Son puros habitantes del Oeste. Sus ropas, sus coches, sus casas, su modo de vida también son netamente americanos, pero hablan euskera. Y qué euskera. Imaginad congelar el habla de la Bizkaia o la Navarra de los años 30, mezclarlo con el inglés de los USA y plantarlo en el siglo XXI. Es un dialecto único, único sobre todo en sus bocas.

Los realizadores consiguen el valor más importante en un documental: la confianza de la realidad que quieren captar. Para poder mostrarla hay que meterse de lleno en ese mundo. Esto es lo más difícil, pero es lo que va a hacer que tu trabajo no sea un simple documento forzado. Sólo cuando te vuelves parte de esa realidad tienes la capacidad de capturarla y el don de enseñarla en forma de película. Por eso, más que escuchar entrevistas a unos personajes, podemos conocer la vida y costumbres de las personas. Los momentos en que nos introducimos en el bar, en la casa o en el rancho junto con ellos, mediante el ojo del realizador, son sin duda los más valiosos. No en vano pasaron más de un mes con ellos, claro.

La película, además, tiene un valor añadido al interés sociológico de los emigrantes vascos o incluso al filológico de su dialecto. Este valor añadido es la edad avanzada de los protagonistas. Si bien casi siempre infravalorado, el discurso de nuestros viejos nos aporta un punto de vista único. Es el de la experiencia, el del recuerdo y la nostalgia, el del que sabe encontrarse al final de un largo camino. Estos valores sólo podemos verlos en los arrugados ojos de nuestros mayores y es fácil abrumarse por la grandeza existencial de lo que dicen. Por eso escuchar las conversaciones de los amerikanuak es doblemente bello.

La forma de contar esta historia es también un acierto. La cámara se esfuerza en captar los lugares para luego acercarse con naturalidad a sus protagonistas. En especial, recoge la inmensidad invernal de los paisajes americanos. Sin duda, la influencia del Oeste no iba a caer en saco roto. Me acuerdo ahora de algunos movimientos de cámara, pequeñas manchas, que interpreto como fallos. Pero en general el estilo es cuidado y apropiado para viajar al mundo de los amerikanuak, para reirnos y emocionarnos con Parrillas y sus compatriotas. La música de Audience ayuda a vestir las imágenes de country y terminar de construir una película cargada de belleza en todos los sentidos.

Villa de Bilbao (II): Draa y Hiverland

El próximo viernes se celebra la final de la sección metal del Villa de Bilbao. Todavía no han anunciado a los grupos, pero me doy prisa en comentar el último concierto del concurso. Fue el pasado viernes en Bilborock.

Empezaron Draa, un grupo joven de Uribe Kosta. Hacen un heavy melódico con tintes progresivos, es decir, canciones elaboradas pero que enganchan. Los temas que tocaron son los mismos que se encuentran en la maketa. Pasan del estribillo melódico a pasajes netamente prog, con cambios de tiempo y un buen lugar para la guitarra solista. La voz y el teclado pueden acercarnos al power metal, pero creo que el espíritu debajo del traje rítmicamente progresivo que visten es más heavy que otra cosa. En directo aún les faltan tablas, el sonido que les sacan no es el mejor posible y algunas piezas estuvieron fallonas, pero al menos demostraron que saben hacer música de calidad. Eso también se nota.

Como parece que en el Villa ordenan a los grupos por afinidades, los siguientes tampoco se alejaban en exceso. Fueron Hiverland, de Donosti. Eso sí, aquí el componente progresivo desaparece y nos quedamos con un grupo de heavy metal clásico. No es un estilo que me atraiga especialmente, por eso es de mérito que este grupo me llamara la atención. Positivamente, claro. Las canciones eran buenas y, sobre todo, se ganaron el escenario. Luego me di cuenta que algún componente de proviene de Azken Garrasia.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Villa de Bilbao (I): Gamora y Denial

Ya se termina el Villa de Bilbao de este año. Bueno, al menos la eliminatoria de la sección de Metal. Luego vendrá la final del día 26. Mañana será el concierto de los dos últimos grupos, Draa y Hiverland. Pero voy a pararme brevemente en la anteúltima cita, la única que he visto esta 23ª edición.

El pasado viernes fue el turno de dos bandas gipuzkoanas. Los primeros, Gamora, se definen como thrash metal. En mi opinión, se acercan más al death. Al menos eso me dieron a entender en su directo, sobre todo por el tratamiento de las guitarras. Es verdad que la batería y la voz no iban por esos derroteros. Es aquí donde se nota la influencia metalcore. En definitiva, sin riesgo a equivocarme, un grupo de metal extremo. Que decida uno mismo la etiqueta. La descarga fue buena.

Los segundos en salir fueron Denial, un grupo que conozco bastante más. Acaban de sacar su segundo disco, que se encargaron de presentar esa noche en Bilborock, aunque siempre en la escasa media hora que ofrece el concurso. En este caso el estilo está claro: black metal sin concesiones (igual unas pocas, muy pocas, al death). Aportan, también, ese toque pagano que se destila tanto por estos lares. Me gustaron más que los anteriores, quizás porque su estilo me atrae más.

Los premios de este concurso son suculentos, por eso la elección es difícil y, al final, se suelen reunir un puñado de grupos que están empezando, pero que calidad no les falta.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Madrid is the dark

El fin de semana de Todos los Santos parecía la fecha propicia para celebrar la segunda edición del Madrid is the Dark. La verdad es que con el cartel bastaba para vivir dos buenas noches de doom. Se merece una breve mención.

El primer día, sábado, lo abrieron los irlandeses Máel Mordha. Su música es básicamente doom metal, pero mezclaza con el folk de la isla. En disco me gustan, lejos de esos grupos de metal supuestamente folkies que mueven legiones hoy en día. En Madrid dieron un buen concierto. Empezó bien el festival. Los siguientes, The 11th Hour, me aburren por mediocres, así que pasé de verles. Así me preparaba para lo que fue el mejor concierto de la cita: Forgotten Tomb. Entre lo doom y lo black, envolvieron a los congregados en la oscuridad que demandaban. En definitiva, se ganaron al público con una impecable interpretación y buena actitud. Los finlandeses Rapture, en cambio, dejaron la sensación opuesta. Salieron justo después de los italianos, y además, no convencieron. Sobrepoblaron el escenario con tres guitarristas y dos cantantes, sumados a los habituales, y aun así no consiguieron el sonido requerido. Su música fue la más pobre del fin de semana. Con esta sensación llegó el turno de los cabezas de cartel, el grupo que más gente esperaba. Primordial, otros irlandeses para la colección, tenían la ventaja de la predisposición del respetable. Mucha gente acudió sólo para ver su actuación. Ya se empezaba a notar la afluencia de gente en la sala Caracol (sold out). De hecho, el calor fue insoportable, lluvia de condensación incluida. Fue lo único que empañó una descarga muy seria de un grupo que en disco destaca por su calidad haciendo una música oscura, aun con toques folk muy particulares. Esa noche Primordial ofrecieron un concierto impecable. Sobre todo, mucha intensidad.

Al día siguiente, la víspera de Todos los Santos, me perdí los primeros grupos: Evadne y Mourning Beloveth. Yo no quería. Así que la noche del domingo empezó de manera inmejorable. Nada más y nada menos que con Alcest. Shoegaze lo llaman. Ellos dicen no querer ser oscuros, pero la verdad es que tienen ese punto. Su música es más fantástica, hipnotizante, ambiental y melódica a la vez; sobre todo, mágica. Su actitud, la de un trío entre tímido y seco, ayuda. En definitiva, Alcest anduvieron cercanos a ese estado del que hemos hablado alguna vez, aunque por derroteros distintos a los que había visto en otros grupos. Sin duda, el concierto de la noche y el más especial del festival. A continuación fue el turno de Esoteric. Los ingleses se volvieron difíciles para el público, cosa inexplicable, pues más que aburrir, dieron una auténtica lección. El requisito era atender a la magistral demostración de doom metal, por extremo que fuera. Los problemas técnicos que les paralizaron por bastantes minutos no ayudaron, la verdad. Swallow the Sun fueron los encargados de cerrar el Madrid is the Dark. Durante todo el fin de semana se habían escuchado propuestas muy diferentes dentro del doom. El turno final era para la parte más melódica, estación adonde parece dirigirse la evolución del grupo finlandés. Algunos compararon sus últimas canciones con Katatonia, más cerca de lo melancólico que de sus cortes death. Puede ser. Digna clausura de un fin de semana de oscuridad y, aquí está la clave, mucha calidad.

Esto en lo musical. En lo demás, la visita a Madrid no decepcionó. Grande, como siempre.

martes, 2 de noviembre de 2010

Betiko Idi Bihotz

Los últimos años de Idi Bihotz, por la calma con la que se tomaban las cosas, predecían o un descanso o el fin del ya mítico grupo. El viernes pasado se despidieron en Bilbao de 14 años de música. El éxito que adquirieron en sus comienzos, si exageramos un poco, marcó una generación entera, entre melenudos que se abrían paso en esta música con su power metal y los jóvenes que atraían por cantar en euskera. En estos años los bizkainos acumularon cinco discos de estudio, un adelantado epílogo en forma de directo y un buen puñado de himnos de txosna y kalimotxo.

Parecía que el Kafe Antzokia iba a quedarse pequeño, pero fue el sitio indicado para reunirse los seguidores más selectos, familia, amigos de toda la vida y compañeros de tablas durante mucho tiempo. Aunque parezca mentira, yo no les había visto nunca. Para la ocasión especial eligieron un set list equilibrado, aunque se notaba la melodía de despedida en muchos de sus primeros temas. Quizá no fue del todo perfecto de lo que debería haber sido una cita tan importante como el último latido de Idi Bihotz, pero en cualquier caso no procede teñir la sangre ardiente de la noche de cosas negativas. La intensidad fue la adecuada, desde los temás más alegremente poweretas hasta una parte central tranquila: luz baja, Mikel, una guitarra y un medley de las baladas del grupo. Cuando tocó "Argia amatatu arte", dos amigos de un grupo de espectadores muy especial para la banda se animó a acompañar a Mikel a las voces. Gu gara bereziak, ez haiek (Nosotros somos los especiales, no ellos). Enorme. Precisamente, la improvisación hizo que la emoción de grupo y respetable fuera mayor que en un concierto cerrado.

La noche fue, ante todo, muy bonita. Como no podía ser de otra manera, se despieron con la canción que bautizó al grupo en 1996. Betiko Idi Bihotz.